domingo, 27 de junio de 2010

Cinco: La Mansión Zabini

El tiempo siguió su curso. Kay y Baudi se juntaban frecuentemente en el lago a conversar. El chico siempre veía el lado simple y fácil de las cosas, intentando en todo momento hacerla reír. Ella le regalaba sonrisas tristes, pero sonrisas al fin y al cabo.

Por otra parte, Kay conversaba muchísimo con su prefecto Vincent Zabini, uno de los hijos del director. El muchacho era atento y cortés con ella, todo un caballero. A Davies nunca la habían tratado con tanto respeto en su vida.

Estaba repuntado en sus clases, preparándose diariamente. Un día en la biblioteca se le acercó Terrance Zabini, el profesor de Criaturas Mágicas y Defensa Contra las Artes Oscuras (DCAO)

- Srta Davies, buenas tardes. Me gustaría que se presentara esta noche en mi despacho

Kay sorprendida asintió con la cabeza y esa noche fue donde se le había indicado, encontrándose con Baudi

- ¿Que haces? - Preguntó ella cuando lo vió

- Terrance me dijo que viniera - Dijo con una media sonrisa.

La puerta se abrió y el profesor se hizo presente. Los invitó adentro y luego les dio instrucciones para usar los polvos flu.

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Aparecieron en la mansión Zabini. Era hermosa, no había palabras para describirla. Grandes jardines plagados de flores de distintos tipos la rodeaban , pero las que más predominaban eran las violetas. Caminó tímidamente junto a Baudi y Terrance hacia el patio trasero, allí estaba toda la familia Zabini en su esplendor y otros alumnos de Hogwarts. Comenzaron a hablar entre ellos, una discusión por aquí, cinismos por allá, hasta que el director se hizo escuchar:

- Quien quiera ver un duelo como corresponde, me verá dueleando con Lovegood

Kay sintió que se le apretaba el pecho. ¿Un alumno contra el director? eso no era proporcional. Todos le dieron ánimos al muchacho

- Fuerza, Lovegood - Dijo en un susurro la chica

Y el muchacho sacó su varita y más pálido de lo normal se dirigió al lugar asignado. La niña observó la cara de preocupación en el rostro de todos. Se mordió el labio y no pudo evitar sentirse insegura.

El duelo comenzó y Davies se sorprendió de la fuerza oculta que su amigo tenía. El hermoso jardín comenzó a verse afectado por los diversos hechizos. Luego de varios "bombardas", "sagitaeres", "incendios" y demás Blaise es golpeado por "Everte statum" y es empujado unos metros mas atrás, en el aire gira su cuerpo y pasa su varita por su rostro quitándose una venda que antes Lovegood le había puesto, apoya su mano contraria en el piso lo que le permite estabilizarse y volver a ponerse de pie, apunta directo al alumno

- ¡QUIETUS! - Grita Blaise

Luego con su mano apoyada en el piso pronuncia unas palabras en un idioma antiguo por lo que aparecen manos a los pies de Baudi dispuestos a sujetarlo.

- Increible - Susurra Kay - ¿son... Inferis? - Piensa con preocupación

El duelo continúa y Lovegood se libra solo por pelos de los diversos ataques recibidos. Blaise aparece tras el muchachito y apuntando su varita directo a la columna del joven pronuncia:

- ¡BRAKIUM EMENDO! - Vuelve a mover su varita y grita agitando su varita en reiteradas ocaciones - ¡DIFFINDO!

Kay da un grito ahogado entre sus manos y mira con horror la escena. El duelo se detiene y Blaise socorre al niño con ayuda de su varita y cánticos antiguos, mientras una alumna de Slytherin de cuarto año le da una poción. Davies cierra los ojos y no se mueve de su lugar. Blaise se acerca a ella:

- Davies... te encuentras bien? - Blaise observa a la chica de reojo mientras ve los destrozos de la mansión

- Estoy bien - Contesta Kay, sin abrir los ojos

- Fuiste demasiado duro con Lovegood - Dijo la alumna de Slytherin - Kay debe estar espantada

- No tanto - Dijo Lovegood, notoriamente cansado, pero al parecer bien - He sufrido, pero siendo sincero, he sufrido más.

- ¿Entonces... estas bien Baudi? - pregunta Kay aún con los ojos cerrados

- Si, no te preocupes, nada que una noche cómoda no pueda quitar - le dice Baudi a Kay con una de sus habituales sonrisas

- Mañana por la noche, Novalis, después de... nuestro asunto, deberías batirte en duelo con Kay... le serviría a ambas de practica – Anuncia el Director

- Un duelo... – La alumna de Slytherin se queda pensativa, a lo que Davies solo responde con una cara atónita - Hace tanto que no tengo uno... podría decir que ya estoy nerviosa – Vuelve a decir Novalis.

- No seria malo, les seria una buena practica – Dice Lovegood, luego mira al director y le pregunta- ¿puedo estar presente?

- Bien, es hora de descansar – Anuncia Blaise a todos los presentes. Chasquea sus dedos y aparecen tres elfos - Claro que puedes Lovegood, pero ahora es hora de dormir. Elfos, acompañen a los señores, Lovegood, Rowle y Davies a las habitaciones de visitas... Ya es tarde para volver al Colegio

Antes de irse, Kay se dirige a el director con angustia en su rostro:

- La verdad... no... creo estar preparada para esto

- Si que lo estás Davies... si que lo estás, solo debes confiar en ti misma – Dice con una gran sonrisa y un especial brillo en los ojos.

Kay mirando a los ojos, asiente con la cabeza, pero no encuentra real consuelo en las palabras de Blaise. Es un hombre muy poderoso y sabio, pero eso no es suficiente para que ella se sintiese segura o con menos miedo. La chica miró los últimos destrozos y caminó junto a Novalis y Baudi a las habitaciones de la mansión.

Esa noche no durmió bien. Casi no durmió en realidad... el duelo que se le avecinaba hacía que se sintiera realmente enferma. Comenzó a repasar mentalmente todos los hechizos que conocía y sin darse cuenta en la ya avanzada noche, se durmió.

miércoles, 10 de marzo de 2010

Cuatro: Decepciones e ilusiones

Los días siguientes a la selección fueron... complicados.

Cada vez que se movía por el castillo descubría algo nuevo. Kay no conversaba mucho con los demás, solo lo justo y necesario con los profesores, fantasmas y algunos chicos de Ravenclaw, Hufflepuff y Slytherin.

No había podido ver a Aidan desde que llegó. Hacía unos días lo había visto en uno de los patios del colegio, la saludó a lo lejos, pero cuando iba a acercarse a ella, unos chicos de Sly lo llamaron. El muchacho pidió disculpas con la mirada y se alejó. Desde ese día Kay andaba triste por los pasillos.

Como si no fuera suficiente las clases eran más difíciles de lo que pensaba, pero a su vez eran emocionantes , excitantes por decir algo, aunque empeoraban cada semana. En duelo era un asco, no recordaba los hechizos y el Director Blaise Zabini decía que eran una vergüenza y aunque sabía que no se lo decía específicamente a ella, no podía evitar sentirse una Squib.

Un día almorzando tristemente en el comedor un chico de Hufflepuff se le acercó muy contento y descaradamente se sentó a su lado:

- ¿Porqué tan sola? hola soy Baudi Lovegood - Dice el chico con una gran sonrisa

- Emmm - La niña desconcertada lo mira a los ojos - ¿Porqué tan contento?

- ¿Porqué no habría de estarlo?... no encuentro motivos para estar triste, emm ¿quieres ir al lago a pasear?

La chica dudó y como si su boca se mandara sola aceptó sin darse cuenta y sin pensar.

Era un hermoso día soleado. Ella y Baudi (más bien solo Baudi) iba conversando sin parar. Se sentaron bajo un gran árbol frente al lago. Kay poco a poco se fué soltando y le contó sobre la muerte de su madre y su infancia sola con su tía y su primo. Mencionó a algunos de sus otros familiares, pero sin mayor relevancia para su existencia, puesto que no los veía a menudo, ni ellos se preocupaban de ella. Lovegood intentaba subirle el ánimo haciéndola reír y lentamente funcionaba, logrando que la niña riera un poco más, aunque sus ojos seguían cargados de tristeza y dolor.

Los niños no se dieron cuenta cuando el sol se escondió tras el castillo, solo el reto de la profesora Calypso los alertó. Kay y Baudi se levantaron y antes de que les quitaran puntos, desaparecieron del lago. Corrieron al castillo entre asustados y divertidos, cuando llegaron al vestíbulo se rieron nuevamente y se despidieron.

La chica llegó a su habitación y se acostó. Sus compañeras le preguntaban que había pasado y porqué venía tan tarde y les contó como si fuera normal, pero cierto es que no lo era y solo por eso Kay Davies estaba feliz... al fin tenía un amigo.

martes, 16 de febrero de 2010

Tres: Selección

Y ahí estaba... entrando al gran comedor del colegio. Se habían bajado del tren y viajado en unos botes con Aidan. Kay se sentía mareada de tanta emoción. Cuando entraron al colegio una hermosa mujer, elegante e imponente los recibió y les dijo:

- Bienvenidos a Hogwarts - Dijo la profesora Calypso Zabini con una sonrisa - El banquete de comienzo de año se realizará dentro de pocos minutos, pero antes deberéis ser seleccionados para vuestras casas. La Selección es sumamente importante porque, vuestras casas serán como su familia en Hogwarts. Las cuatro casas se llaman Gryffindor, Hufflepuff, Ravenclaw y Slytherin. Cada casa tiene su propia historia y cada una ha tenido a notables brujas y magos. Mientras estén en Hogwarts, sus triunfos y errores afectarán a la casa que los acoge, otorgándole o restándole puntos.

La mujer se había ido unos minutos y luego los había dejado entrar... y ahí estaba ella ahora. Le habían contado frecuentemente como era , pero nunca imagino que fuese tan maravilloso. Las velas flotaban por todo el lugar iluminando todo. El techo (Como había leído en un antiguo libro de la biblioteca de su tía) estaba encantado para parecer lo que quisiera, un día nublado, uno soleado... lo que fuera. Habían cuatro mesas, cada una perteneciente a una casa y repleta de alumnos que murmuraban ante la llegada de los nuevos. En frente había una larga mesa donde estaban sentados los profesores. En medio... el director, Blaise Zabini. La belleza y autoridad del hombre trascendía cualquier concepto ya preconcebido sobre el tema. Miraba tranquilamente a los alumnos, con un brillo en los ojos, quizás orgulloso de lo que estaba a punto de ocurrir.

Frente a la mesa había un taburete, con un sombrero puntiagudo de mago que estaba remendado y muy sucio. Se hizo un silencio total, entonces el sombrero se movió. La rasgadura cerca del borde se abrió, ancha como una boca, y el sombrero comenzó a cantar. Cuando finalizó todo el comedor aplaudió entusiasmado. El sombrero realizó una reverencia y se quedó rígido otra vez.

La profesora Calypso comenzó a llamar uno a uno a los alumnos, que estaban en fila frente al taburete. Los chicos se sentaban en él, se ponían el sombrero y luego de unos minutos (unos más, unos menos) gritaba el nombre de la casa en la que habían sido seleccionados. La chica miraba cada detalle del lugar, cuando oyó su nombre:

- ¡Davies, Kay!

Avanzó temblando de miedo y de la misma forma se sentó en el taburete. El sombrero rozó su cabello rubio, para posarse suavemente sobre su cabeza:

- Ahh - Dijo una vocecilla en su oreja - Veo algo de todas las casas en una sola cabeza... Hay mucho de Hufflepuf en ti, así como también de Slytherin y en menor grado de Gryffindor... pero definitivamente una predomina sobre las otras... te pondré en... ¡¡RAVENCLAW!!

Se bajó aliviada... Ravenclaw, la misma casa de su padre. Al menos no sería una vergüenza para su familia. Caminó aún un poco mareada por la emoción y se dirigió a su mesa, donde los alumnos, la aplaudían y la felicitaban. Un muchacho de unos 15 años, con el cabello largo y blanco se acercó a ella y la abrazó:

- Felicidades, Kay y bienvenida a la honorable casa de Ravenclaw. Soy Vincent Zabini, tu prefecto de casa. Ven toma asiento, cuando termine la selección disfrutaremos de un exquisito banquete.

La voz de la profesora Calypso llamó su atención nuevamente

- Dolohov, Aidan

Kay vió a su primo caminar hacia adelante, darse vuelta y guiñarle un ojo antes de sentarse en el taburete. Solo pasaron unos segundos cuando se oyó:

- ¡¡SLYTHERIN!!

La muchacha sonrió y aplaudió con fuerzas, siendo la única en su mesa, lo que la hizo ruborizarse

- Lo... s..siento - Dijo tímidamente dirigiéndose a su prefecto - Es mi primo

El muchacho que la había observado extrañado asintió con la cabeza, sonrió y aplaudió con ella.

La selección siguió su curso y una vez finalizada, los platos se llenaron de comida exquisita y sabrosa. Los fantasmas aparecieron e hicieron de las suyas. Kay se sorprendió mucho al verlos. Continuó así la cena y el postre. Antes de terminar, el director les dirigió unas palabras de bienvenida a todos los alumnos, realizó algunas advertencias y los mandó a dormir. La niña se levantó y siguió a su prefecto a su sala común, que estaba en una de las torres del castillo. Entró a la habitación, conversó un poco con las chicas y se acostó a dormir, o eso pretendía, porque la emoción no se lo permitía. Pensó en Aidan y en como estaría con sus nuevos compañeros y luego de varios minutos y recordando todo lo vivido aquel día, se durmió sin darse cuenta.

martes, 26 de enero de 2010

Dos: Andén


- Estoy nerviosa - Dice en un susurro
- Tranquila, prima, esto es pan comido - Contesta Aidan
- Ya, ya, caminen... no quiero que lleguemos tarde, ni que hagan alboroto en el tren

La alba mujer caminaba con elegancia. A sus espaldas, los dos chicos, ambos de la misma edad, corrían empujando sus carritos con maletas. Según el gran reloj que estaba sobre la tabla de horarios de la salida de los trenes, faltaban 15 minutos para que fueran las 11 de la mañana. Ahí estaba la familia Dollohov, frente al anden 9 y 10. Kay sintió como su corazón se aceleraba.

- Bueno niños, pasen rápido... tu primero Aidan.

El niño corrió a toda velocidad, casi encaramándose en el carro. Se lanzó hacia el lugar que su madre le había indicado... y desapareció. Kay se preparó para correr, pero la mano de su tía se posó en un hombro y la detuvo.

- Querida, antes de que te vayas... sé que no he sido la mejor madre para ti, pero he hecho cuanto puedo, te he dado lo que tengo y te he amado de igual forma que a Aidan.

- Lo sé tía - Contestó la niña - tranquila... jamás te he pedido nada...

- Si... lo tengo más que claro... pero no puedo evitar sentirme impotente cuando miro tus ojos, cargados de pena y dolor.

La muchacha soltó el carro y abrazó a su tía, luego sin decir nada, se giró y caminó rápidamente hacia el andén, donde lo cruzó... sin mirar atrás. El humo de la locomotora escarlata se alzaba por sobre las cabezas de todos los magos y brujas que se encontraban en el lugar. Las lechuzas ululaban fuertemente unas con otras, los niños corrijan y se subían a los vagones, donde los primeros ya se encontraban llenos de estudiantes que, con el cuerpo fuera de las ventanas, se despedían de sus familiares. A lo lejos un chico de cabello blanquecino hacía gestos exagerados con las manos y morisquetas con la cara. Kay no pudo evitar sonreír.

Cerró los ojos y sacó un papel que leyó casi de memoria...




Volvió a arrugar ese papel que tenía con ella desde los 6 años... algunas imágenes borrosas vinieron a su mente... un vehículo, un fuerte impacto, gritos, llantos... su madre cayendo al suelo... su padre matando a quien se le cruzó por delante... el ministerio llevándoselo... había pasado hace tantos años y aún lo recordaba... Miró el Expresso de Hogwarts con serenidad. Subió al tren y golpeó a Aidan en la cabeza cuando se sentaron en uno de los compartimientos de al fondo del tren que se encontraba vacío.

- Deja de llamar la atención - Dijo divertida

- Bah! - Contestó el chico, sacándole la lengua y cruzando los brazos sobre su pecho.

Kay se sentó en la ventana sacó el cuaderno que había comprado hace algunas semanas en el Callejón Diagon y escribió:

KMDD, significa Kay Marion Davies Dollohov, ese es mi nombre completo... Hoy empiezo mi primer año en Hogwarts... y he decidido llevar este diario

Cerró el cuaderno y el tren partió... un nudo se hizo en su estómago.

lunes, 25 de enero de 2010

Uno: Inicio

- ¿Tía?

- Dime Kay

- ¿Cómo puede esto ayudarme a olvidar?

Una niña pequeña de unos 8 años de edad estaba sentada frente a un hermoso piano vertical. El color caoba resaltaba con la luminosidad de los rayos de sol matutinos que entraban por las angostas ventanas de la casona. A su lado, una mujer madura con el rasgo de dolor marcado en sus facciones, su pelo rubio casi blanco y sus ojos cafés, con un ligero tinte amarillo la miraban con serenidad.

Una suave melodía sonó y llenó el ambiente, la mujer tocó con los ojos cerrados, sin titubear una sola nota, mientras las moléculas de polvo reflejadas en la luz parecían bailar lentamente al ritmo.

- Intenta repetir lo que toco, o improvisa algo niña, ya estás grande... verás como la música te invade de paz, venga inténtalo

La pequeña paso sus manos sobre las teclas sin apretar ninguna, luego suspiró y comenzó a tocar una melodía distinta... suave y hermosa, pero cargada de dolor y agonía. Un pequeño muchacho, la viva imagen de su madre aparece por la puerta de la habitación, acercándose lentamente al piano.

- ¿Kay... estas bien?

La niña deja de tocar.

- Estoy bien Aidan - Dice sin mirarlo - ¿Tía, puedo salir a jugar al jardín con mi primo?

- Puedes niña... mañana seguiremos la lección.

----- En los Jardines -----

- No me gusta cuando tocas esas canciones, me da pena - Dice el muchacho

- Lo sé, pero no puedo evitarlo, están dentro de mi esas melodías, siento que al tocarlas me libero de todo lo que me atormenta...

Ambos chicos tenían las cabezas juntas, estaban recostados en el pasto, observando las figuras que se creaban en el cielo con las nubes.

- Se que sufres, pero esos muggles han pagado su atrevimiento muy caro y te prometo que cuando seamos mas grandes iremos a buscar a todos los que hayan sobrevivido ese día y los torturaremos, para que sepan lo que se siente

La chica se sienta en el pasto y mira a su primo con reprobación

- No es eso lo que quiero... no es justo para los demás... suficiente tengo con cargar la culpa de la muerte de mi madre y el encierro de mi padre como para tener también la muerte de otros, aunque sean unos simples muggles

- ¡Pero te arrebataron todo lo que tenias!¡te quitaron a tu mami!... yo me muero sin la mía

- No te morirías, solo estarías... solo... solito como yo

- No estas sola, me tienes a mi... y a mi mami y cuando vallamos a Hogwarts conocerás mucha gente y tendrás, muchos, muchos amigos y serás muy, muy feliz.

La niña le sonrió a su primo

- ¿En verdad lo crees?

- Sipi... y jugaremos juntos y aprenderemos mucha magia y seremos grandes magos

- Eso espero - Dijo la niña mientras suspiraba y miraba nuevamente el cielo, dejándose caer hacia atrás y acostándose nuevamente junto a su primo - Te quiero Aidan...

- Lo sé, es que soy encantador - Dijo con un guiño

Y ambos niños echaron a reír.