miércoles, 10 de marzo de 2010

Cuatro: Decepciones e ilusiones

Los días siguientes a la selección fueron... complicados.

Cada vez que se movía por el castillo descubría algo nuevo. Kay no conversaba mucho con los demás, solo lo justo y necesario con los profesores, fantasmas y algunos chicos de Ravenclaw, Hufflepuff y Slytherin.

No había podido ver a Aidan desde que llegó. Hacía unos días lo había visto en uno de los patios del colegio, la saludó a lo lejos, pero cuando iba a acercarse a ella, unos chicos de Sly lo llamaron. El muchacho pidió disculpas con la mirada y se alejó. Desde ese día Kay andaba triste por los pasillos.

Como si no fuera suficiente las clases eran más difíciles de lo que pensaba, pero a su vez eran emocionantes , excitantes por decir algo, aunque empeoraban cada semana. En duelo era un asco, no recordaba los hechizos y el Director Blaise Zabini decía que eran una vergüenza y aunque sabía que no se lo decía específicamente a ella, no podía evitar sentirse una Squib.

Un día almorzando tristemente en el comedor un chico de Hufflepuff se le acercó muy contento y descaradamente se sentó a su lado:

- ¿Porqué tan sola? hola soy Baudi Lovegood - Dice el chico con una gran sonrisa

- Emmm - La niña desconcertada lo mira a los ojos - ¿Porqué tan contento?

- ¿Porqué no habría de estarlo?... no encuentro motivos para estar triste, emm ¿quieres ir al lago a pasear?

La chica dudó y como si su boca se mandara sola aceptó sin darse cuenta y sin pensar.

Era un hermoso día soleado. Ella y Baudi (más bien solo Baudi) iba conversando sin parar. Se sentaron bajo un gran árbol frente al lago. Kay poco a poco se fué soltando y le contó sobre la muerte de su madre y su infancia sola con su tía y su primo. Mencionó a algunos de sus otros familiares, pero sin mayor relevancia para su existencia, puesto que no los veía a menudo, ni ellos se preocupaban de ella. Lovegood intentaba subirle el ánimo haciéndola reír y lentamente funcionaba, logrando que la niña riera un poco más, aunque sus ojos seguían cargados de tristeza y dolor.

Los niños no se dieron cuenta cuando el sol se escondió tras el castillo, solo el reto de la profesora Calypso los alertó. Kay y Baudi se levantaron y antes de que les quitaran puntos, desaparecieron del lago. Corrieron al castillo entre asustados y divertidos, cuando llegaron al vestíbulo se rieron nuevamente y se despidieron.

La chica llegó a su habitación y se acostó. Sus compañeras le preguntaban que había pasado y porqué venía tan tarde y les contó como si fuera normal, pero cierto es que no lo era y solo por eso Kay Davies estaba feliz... al fin tenía un amigo.