martes, 16 de febrero de 2010

Tres: Selección

Y ahí estaba... entrando al gran comedor del colegio. Se habían bajado del tren y viajado en unos botes con Aidan. Kay se sentía mareada de tanta emoción. Cuando entraron al colegio una hermosa mujer, elegante e imponente los recibió y les dijo:

- Bienvenidos a Hogwarts - Dijo la profesora Calypso Zabini con una sonrisa - El banquete de comienzo de año se realizará dentro de pocos minutos, pero antes deberéis ser seleccionados para vuestras casas. La Selección es sumamente importante porque, vuestras casas serán como su familia en Hogwarts. Las cuatro casas se llaman Gryffindor, Hufflepuff, Ravenclaw y Slytherin. Cada casa tiene su propia historia y cada una ha tenido a notables brujas y magos. Mientras estén en Hogwarts, sus triunfos y errores afectarán a la casa que los acoge, otorgándole o restándole puntos.

La mujer se había ido unos minutos y luego los había dejado entrar... y ahí estaba ella ahora. Le habían contado frecuentemente como era , pero nunca imagino que fuese tan maravilloso. Las velas flotaban por todo el lugar iluminando todo. El techo (Como había leído en un antiguo libro de la biblioteca de su tía) estaba encantado para parecer lo que quisiera, un día nublado, uno soleado... lo que fuera. Habían cuatro mesas, cada una perteneciente a una casa y repleta de alumnos que murmuraban ante la llegada de los nuevos. En frente había una larga mesa donde estaban sentados los profesores. En medio... el director, Blaise Zabini. La belleza y autoridad del hombre trascendía cualquier concepto ya preconcebido sobre el tema. Miraba tranquilamente a los alumnos, con un brillo en los ojos, quizás orgulloso de lo que estaba a punto de ocurrir.

Frente a la mesa había un taburete, con un sombrero puntiagudo de mago que estaba remendado y muy sucio. Se hizo un silencio total, entonces el sombrero se movió. La rasgadura cerca del borde se abrió, ancha como una boca, y el sombrero comenzó a cantar. Cuando finalizó todo el comedor aplaudió entusiasmado. El sombrero realizó una reverencia y se quedó rígido otra vez.

La profesora Calypso comenzó a llamar uno a uno a los alumnos, que estaban en fila frente al taburete. Los chicos se sentaban en él, se ponían el sombrero y luego de unos minutos (unos más, unos menos) gritaba el nombre de la casa en la que habían sido seleccionados. La chica miraba cada detalle del lugar, cuando oyó su nombre:

- ¡Davies, Kay!

Avanzó temblando de miedo y de la misma forma se sentó en el taburete. El sombrero rozó su cabello rubio, para posarse suavemente sobre su cabeza:

- Ahh - Dijo una vocecilla en su oreja - Veo algo de todas las casas en una sola cabeza... Hay mucho de Hufflepuf en ti, así como también de Slytherin y en menor grado de Gryffindor... pero definitivamente una predomina sobre las otras... te pondré en... ¡¡RAVENCLAW!!

Se bajó aliviada... Ravenclaw, la misma casa de su padre. Al menos no sería una vergüenza para su familia. Caminó aún un poco mareada por la emoción y se dirigió a su mesa, donde los alumnos, la aplaudían y la felicitaban. Un muchacho de unos 15 años, con el cabello largo y blanco se acercó a ella y la abrazó:

- Felicidades, Kay y bienvenida a la honorable casa de Ravenclaw. Soy Vincent Zabini, tu prefecto de casa. Ven toma asiento, cuando termine la selección disfrutaremos de un exquisito banquete.

La voz de la profesora Calypso llamó su atención nuevamente

- Dolohov, Aidan

Kay vió a su primo caminar hacia adelante, darse vuelta y guiñarle un ojo antes de sentarse en el taburete. Solo pasaron unos segundos cuando se oyó:

- ¡¡SLYTHERIN!!

La muchacha sonrió y aplaudió con fuerzas, siendo la única en su mesa, lo que la hizo ruborizarse

- Lo... s..siento - Dijo tímidamente dirigiéndose a su prefecto - Es mi primo

El muchacho que la había observado extrañado asintió con la cabeza, sonrió y aplaudió con ella.

La selección siguió su curso y una vez finalizada, los platos se llenaron de comida exquisita y sabrosa. Los fantasmas aparecieron e hicieron de las suyas. Kay se sorprendió mucho al verlos. Continuó así la cena y el postre. Antes de terminar, el director les dirigió unas palabras de bienvenida a todos los alumnos, realizó algunas advertencias y los mandó a dormir. La niña se levantó y siguió a su prefecto a su sala común, que estaba en una de las torres del castillo. Entró a la habitación, conversó un poco con las chicas y se acostó a dormir, o eso pretendía, porque la emoción no se lo permitía. Pensó en Aidan y en como estaría con sus nuevos compañeros y luego de varios minutos y recordando todo lo vivido aquel día, se durmió sin darse cuenta.

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