martes, 26 de enero de 2010

Dos: Andén


- Estoy nerviosa - Dice en un susurro
- Tranquila, prima, esto es pan comido - Contesta Aidan
- Ya, ya, caminen... no quiero que lleguemos tarde, ni que hagan alboroto en el tren

La alba mujer caminaba con elegancia. A sus espaldas, los dos chicos, ambos de la misma edad, corrían empujando sus carritos con maletas. Según el gran reloj que estaba sobre la tabla de horarios de la salida de los trenes, faltaban 15 minutos para que fueran las 11 de la mañana. Ahí estaba la familia Dollohov, frente al anden 9 y 10. Kay sintió como su corazón se aceleraba.

- Bueno niños, pasen rápido... tu primero Aidan.

El niño corrió a toda velocidad, casi encaramándose en el carro. Se lanzó hacia el lugar que su madre le había indicado... y desapareció. Kay se preparó para correr, pero la mano de su tía se posó en un hombro y la detuvo.

- Querida, antes de que te vayas... sé que no he sido la mejor madre para ti, pero he hecho cuanto puedo, te he dado lo que tengo y te he amado de igual forma que a Aidan.

- Lo sé tía - Contestó la niña - tranquila... jamás te he pedido nada...

- Si... lo tengo más que claro... pero no puedo evitar sentirme impotente cuando miro tus ojos, cargados de pena y dolor.

La muchacha soltó el carro y abrazó a su tía, luego sin decir nada, se giró y caminó rápidamente hacia el andén, donde lo cruzó... sin mirar atrás. El humo de la locomotora escarlata se alzaba por sobre las cabezas de todos los magos y brujas que se encontraban en el lugar. Las lechuzas ululaban fuertemente unas con otras, los niños corrijan y se subían a los vagones, donde los primeros ya se encontraban llenos de estudiantes que, con el cuerpo fuera de las ventanas, se despedían de sus familiares. A lo lejos un chico de cabello blanquecino hacía gestos exagerados con las manos y morisquetas con la cara. Kay no pudo evitar sonreír.

Cerró los ojos y sacó un papel que leyó casi de memoria...




Volvió a arrugar ese papel que tenía con ella desde los 6 años... algunas imágenes borrosas vinieron a su mente... un vehículo, un fuerte impacto, gritos, llantos... su madre cayendo al suelo... su padre matando a quien se le cruzó por delante... el ministerio llevándoselo... había pasado hace tantos años y aún lo recordaba... Miró el Expresso de Hogwarts con serenidad. Subió al tren y golpeó a Aidan en la cabeza cuando se sentaron en uno de los compartimientos de al fondo del tren que se encontraba vacío.

- Deja de llamar la atención - Dijo divertida

- Bah! - Contestó el chico, sacándole la lengua y cruzando los brazos sobre su pecho.

Kay se sentó en la ventana sacó el cuaderno que había comprado hace algunas semanas en el Callejón Diagon y escribió:

KMDD, significa Kay Marion Davies Dollohov, ese es mi nombre completo... Hoy empiezo mi primer año en Hogwarts... y he decidido llevar este diario

Cerró el cuaderno y el tren partió... un nudo se hizo en su estómago.

lunes, 25 de enero de 2010

Uno: Inicio

- ¿Tía?

- Dime Kay

- ¿Cómo puede esto ayudarme a olvidar?

Una niña pequeña de unos 8 años de edad estaba sentada frente a un hermoso piano vertical. El color caoba resaltaba con la luminosidad de los rayos de sol matutinos que entraban por las angostas ventanas de la casona. A su lado, una mujer madura con el rasgo de dolor marcado en sus facciones, su pelo rubio casi blanco y sus ojos cafés, con un ligero tinte amarillo la miraban con serenidad.

Una suave melodía sonó y llenó el ambiente, la mujer tocó con los ojos cerrados, sin titubear una sola nota, mientras las moléculas de polvo reflejadas en la luz parecían bailar lentamente al ritmo.

- Intenta repetir lo que toco, o improvisa algo niña, ya estás grande... verás como la música te invade de paz, venga inténtalo

La pequeña paso sus manos sobre las teclas sin apretar ninguna, luego suspiró y comenzó a tocar una melodía distinta... suave y hermosa, pero cargada de dolor y agonía. Un pequeño muchacho, la viva imagen de su madre aparece por la puerta de la habitación, acercándose lentamente al piano.

- ¿Kay... estas bien?

La niña deja de tocar.

- Estoy bien Aidan - Dice sin mirarlo - ¿Tía, puedo salir a jugar al jardín con mi primo?

- Puedes niña... mañana seguiremos la lección.

----- En los Jardines -----

- No me gusta cuando tocas esas canciones, me da pena - Dice el muchacho

- Lo sé, pero no puedo evitarlo, están dentro de mi esas melodías, siento que al tocarlas me libero de todo lo que me atormenta...

Ambos chicos tenían las cabezas juntas, estaban recostados en el pasto, observando las figuras que se creaban en el cielo con las nubes.

- Se que sufres, pero esos muggles han pagado su atrevimiento muy caro y te prometo que cuando seamos mas grandes iremos a buscar a todos los que hayan sobrevivido ese día y los torturaremos, para que sepan lo que se siente

La chica se sienta en el pasto y mira a su primo con reprobación

- No es eso lo que quiero... no es justo para los demás... suficiente tengo con cargar la culpa de la muerte de mi madre y el encierro de mi padre como para tener también la muerte de otros, aunque sean unos simples muggles

- ¡Pero te arrebataron todo lo que tenias!¡te quitaron a tu mami!... yo me muero sin la mía

- No te morirías, solo estarías... solo... solito como yo

- No estas sola, me tienes a mi... y a mi mami y cuando vallamos a Hogwarts conocerás mucha gente y tendrás, muchos, muchos amigos y serás muy, muy feliz.

La niña le sonrió a su primo

- ¿En verdad lo crees?

- Sipi... y jugaremos juntos y aprenderemos mucha magia y seremos grandes magos

- Eso espero - Dijo la niña mientras suspiraba y miraba nuevamente el cielo, dejándose caer hacia atrás y acostándose nuevamente junto a su primo - Te quiero Aidan...

- Lo sé, es que soy encantador - Dijo con un guiño

Y ambos niños echaron a reír.